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De la acción a la contemplación, ¿Distraerse o Interiorizar?

186 AGUSTIN

Mindfulness o atención plena es prestar atención de manera intencional al momento presente, desde una actitud de aceptación, curiosidad y no juicio. J. Kabat Zinn

En nuestra vida cotidiana, motivados por múltiples obligaciones y deseos, generalmente estamos haciendo cosas, pero en algún momento inevitablemente vamos a topar con nosotros mismos. Solos, sin hacer nada, a muchos les asalta un cierto vacío.
Es frecuente ver como las personas se distraen de sí mismas, generalmente a través de evasiones tan comunes como la televisión o internet. Que la industria del entretenimiento (cine, videojuegos, deportes-espectáculo, etc.) sea tan rentable, nos lleva a considerar cómo el ser humano busca ávidamente la evasión. Que el negocio de las drogas, legales e ilegales, sea el que obtiene más beneficios, nos hace pensar como huye el ser humano de sí mismo.
Según las estimaciones parece que los españoles pasamos una media de 4 horas al día ante la televisión, y todavía más tiempo navegando por internet. Nuestro tiempo de ocio primordial parece que es principalmente estar sentados ante una pantalla –pantallismo-. Los sociólogos hablan de la era de la distracción, y algunos opinan que estamos entrando en la era del homo evasivus, el hombre que se evade de sí mismo.

¿Por qué necesitamos tanta distracción? ¿Quizá para compensar un trabajo que no nos llena o una vida insatisfactoria? No se trata de condenar la diversión, ni el consumo, ni el trabajo. Se trata de reflexionar si son medios para huir del mundo interior o del malestar vital o son elecciones conscientes que hacemos para disfrutar más de la vida. La clave es darnos cuenta desde dónde tomamos la decisión.
¿Qué sentimos a solas y en silencio? ¿por qué cuesta interiorizar o meditar y preferimos entretenernos en cualquier otra cosa?
Si nos observamos quizá podamos detectar un malestar, o una variante que se llama aburrimiento (que viene de la palabra latina abhorrere que significa tener horror dentro) Para escapar de ello muchos nos orientamos a la diversión (que viene de divertere, que significa alejarse, desviarse de algo penoso.
Pero aburrirse no es tan malo. Hay psicólogos que sostienen que es una emoción humana inevitable, que debemos aceptar. Necesitamos tiempo muerto y alejarnos del bombardeo constante de estímulos que nos viene de todas partes.
Otros consideran que es una emoción adaptativa antecedente de la creatividad. Cuando estamos aburridos buscamos nuevas salidas, casi siempre mejores que las disponibles.

Conciencia plena (mindfulness): un cambio radical de actitud
En esta sociedad de multiofertas de ocio y consumo, muchos adultos quedan atrapados en una búsqueda de nuevas experiencias que enseguida pierden atractivo, debiendo ser sustituidas rápidamente por otras nuevas.
Puede ocurrir que una persona se aburra al comenzar a meditar porque no hace nada interesante o porque tiene otras preferencias en su mente. Una mayoría de personas está tan habituada a la estimulación constante que experimentan mucha resistencia ante el silencio y la quietud.
Por otro lado, la mente ordinaria tiende a la dispersión, a crear historias, y a saltar hacia el pasado y el futuro, esquivando el momento presente. Estas inercias son tan habituales que poner la atención en un foco como la propia respiración suele precisar de valor y paciencia para superar las resistencias.

Vamos a enumerar las pautas o procesos de cambio que propone la práctica meditativa de mindfulness:

• De lo exterior a lo interior.
La mente ordinaria está volcada hacia la extroversión y no está acostumbrada a la introspección. De hecho nuestra cultura nos dirige a buscar la satisfacción y la felicidad fuera de nosotros mismos.
La práctica va creando un espacio hacia la experiencia interior, que compensa el exceso de estímulos que nos aporta la vida cotidiana. Con el tiempo se va ampliando la consciencia de nuestro mundo interno y de cómo nuestra vida es sentida desde lo profundo. Nos abrimos al proceso de autoconocimiento.

• Del hacer al ser
La dimensión de HACER (relacionada con conseguir metas y tener cosas) está sobre-activada en nuestra sociedad, pero la dimensión SER (relacionado con la consciencia del presente sin metas) no recibe apenas atención.
La meditación nos propone la presencia, simplemente estar aquí y ahora. Normalmente se funciona con la mente actuando hacia un objetivo. Es como si la mente funcionara en dos posiciones: modo ser (relacionado con la presencia sin más) y modo hacer (orientado a realizar o satisfacer). Al meditar, aprendemos a usar la mente en el modo Ser, cultivamos esta importante faceta, normalmente descuidada.

• De la experiencia filtrada a la experiencia directa.
La experiencia real normalmente es mediatizada por los filtros y distorsiones que tiene la mente por los patrones aprendidos, que muchas veces son inconscientes. Al observar los contenidos mentales se detecta la tendencia a recrearse en pensamientos sobre el pasado y el futuro como preocupaciones, culpa, expectativas, etc. o bien patrones más crónicos como depresión, resentimientos, obsesiones, etc. La meditación implica redirigir la atención a la experiencia directa, a lo que ocurre en el presente, dejando ir los juicios y otras elaboraciones mentales.

• De los contenidos a la observación de procesos.
Normalmente la mente produce pensamientos y emociones a los que damos poder y nos condicionan. La propuesta meditativa es poner atención en la experiencia misma, observar cómo se manifiesta la mente, como fluyen los pensamientos y emociones, cuales son las pautas que se repiten. Se aprende a desarrollar la conciencia testigo, a desapegarse de los contenidos mentales de modo que no nos arrastren.

• De lo superficial a lo profundo
Habitualmente vivimos en una dimensión horizontal, temporal, relacionada con nuestra biografía. Al meditar vamos conectando con una dimensión vertical, atemporal relacionada con nuestra espiritualidad. El cultivo de la presencia y el autoconocimiento que da la meditación aporta un bienestar más duradero que los logros mundanos. Con el tiempo tomamos consciencia de dos verdades eternas, que no hay mayor dicha que vivir el momento presente, en contacto con la realidad; y que lo que estamos buscando está en nuestro interior.

Conciencia Plena (Mindfulness): un camino de reconciliación con nosotros mismos.
El primer paso es el más difícil: empezar a interiorizar, encontrar tiempo y espacio para estar con nosotros mismos, y salir de unas inercias mentales a las que estamos habituados (zona de confort).
Si llevamos mucho tiempo buscando distracción como medio de huir de la insatisfacción, eso es lo que vamos a encontrar primero. Necesitamos valor para aceptar nuestro malestar, pero es el primer paso de toma de conciencia.
Cada persona vivenciará la práctica de manera distinta. Pueden aparecer dificultades varias como aburrimiento, inquietud, miedos, dudas, somnolencia… y por supuesto también estados de calma, gozo, apertura... Se trata de observar la mente y sus procesos con curiosidad, cultivando la presencia en lo que estamos experimentando. Y considerar los obstáculos como la prueba de fuego que debemos experimentar antes de acceder a una dimensión más profunda y auténtica, donde habita la dicha, el verdadero bienestar.

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