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Practicar e Integrar

193 AGUSTIN

Yoga Mindfulness es práctica de movimiento/quietud consciente,  es un Yoga físico con  atención plena, cultivando una actitud de aceptación, apertura y curiosidad

Algunos de los frutos de la meditación de la atención plena (o mindfulness) son la estabilidad y claridad mental, que van igualmente asociados  al Yoga físico. Sin embargo cuando duele la espalda, se tiene la digestión pesada o los nervios están excitados, es difícil estabilizar la mente. De la misma manera, cuando la mente está agitada, somnolienta o llena de rabia, se refleja en una mandíbula tensa, hombros caídos, o en un opresivo nudo en el estómago. El cuerpo y la mente necesitan trabajar juntos, armonizar su energía vital para facilitar una mente serena.
Dado que tanto la práctica del yoga  como la de mindfulness tratan de integrar cuerpo y mente, ambas disciplinas se complementan felizmente. La combinación movimiento-quietud y el énfasis en una atención amable hacen del yoga físico una práctica importante en un programa de mindfulness.
Integrando cuerpo-mente
Mucha gente se resiste al yoga porque siente rigidez corporal, suelen culpar a su estado físico (estoy muy gordo, muy viejo, muy débil, etc.) de las resistencias que ponen de antemano. Todos esos obstáculos necesitan ser observados, reconocidos, comenzando por aceptar el propio cuerpo y su situación, y a partir de ahí ir experimentando, asentándonos en las posturas  con actitud abierta.
A menudo evitamos observarnos: quizá tememos que no nos guste lo que encontremos. Mindfulness (atención plena) aporta una manera de mirarse amable y amistosa. La práctica nos enseña a reconocer cuando la mente y el cuerpo están desconectados, y a conectarlos de nuevo para desarrollar una relación más armoniosa con nosotros mismos y con el mundo. Como este proceso implica descubrir capas de pensamientos, emociones y patrones repetitivos, es importante tomar una actitud abierta y libre de juicios hacia lo que encontremos.
Esa misma actitud se puede extender en una sesión de yoga, al poner presencia sin añadir estrés. Asistir a una sesión de yoga sería un acto de amabilidad hacia uno mismo. Pero quizá cometemos el error de buscar un estado idealizado de la mente, o queremos lograr  un cuerpo flexible con una actitud de exigencia. Proponemos empezar con lo que hay: trabajar con los pensamientos y emociones según aparecen, aceptando la situación como es; por eso se habla de hacer amistad con uno mismo. Gradualmente llevamos la atención a la respiración, nos anclamos en ella una y otra vez. Esta práctica va creando de forma natural más centramiento y claridad.
Cualquiera que sea nuestro estado corporal, cualquiera sea el estado mental, lo podemos observar con el corazón abierto -aceptación y compasión- y con curiosidad.
Integrando la práctica en la cotidianidad
El Yoga físico es una práctica puente ideal entre la meditación formal y la vida cotidiana. Practicar yoga poniendo atención e intención nos ayuda a familiarizarnos con nuestros hábitos, a crear espacio entre el estímulo y la respuesta, y a cultivar actitudes como la paciencia o la aceptación. Y esto en un ambiente cordial como suele ser la sesión en grupo.
Asana es la palabra sanscrita que se refiere a cada postura, se puede traducir como asentarse o "sentarse con lo que aparece". Cuando al practicante se le invita a soltar ideas preconcebidas y abrirse a la experiencia viva presente (por ejemplo, sensaciones en los músculos, la respiración suavizando tensiones, o las impresiones cambiantes en la mente) finalmente practica Yoga.
Explorando con curiosidad lo que experimentamos nos damos cuenta de más detalles del proceso. Esta exploración nos ofrece un modo de comunicación en nuestra relación más primaria, la de nuestro cuerpo y nuestra mente. Así como ponemos atención en la sesión meditativa, hacemos lo mismo en la sesión de yoga.

Desde luego, cuando torsionamos la columna o nos colocamos cabeza abajo nuestra respiración cambia, pero en la vida también cambia; cada vez que estamos tristes, excitados o aburridos la respiración se modifica. Así vamos cultivando una actitud abierta y amable en cada postura, y esta nueva actitud acaba formando parte de nosotros.
Integrando los cambios: hacia un equilibrio dinámico
Podemos pasarnos o quedarnos cortos en nuestra práctica. Observando nuestro esfuerzo, necesitamos reconocer que el equilibrio no es algo estático sino fluido y dinámico. Para empezar podemos dejar marchar lo que suponemos que deberíamos experimentar. Cada sesión es diferente. La clave es cultivar la constancia y a la vez soltar pretensiones.
En muchos casos la tendencia es creer que podemos lograr un estado particular de la mente -o cuerpo- y mantenerlo. Creo que esta es la confusión más común que muchos meditadores viven, la de que hay un modo perfecto de hacerlo, un estado ideal de la mente que podemos lograr y mantener,
Realmente, nuestra situación cambia a cada momento, verdaderamente no hay nada a que aferrarse. La impermanencia es un hecho fundamental de la existencia. La práctica es un modo de sintonizar con la experiencia siempre cambiante del momento presente. Es un laboratorio de entrenamiento en el arte de vivir en el momento.
Este enfoque se resume en este lema, ni demasiado tenso ni demasiado flojo, (no fuerzo, pero no dejo de poner interés). Cuando prestamos atención a la respiración, sumamos presencia. Desarrollar el equilibrio es como surfear las olas, nos adaptamos en el proceso dinámico del movimiento de la energía.
Integrando los obstáculos y dificultades
Tal como escribió Machado “se hace camino al andar”, nuestro viaje se desarrolla según avanzamos. Aprender a poner atención en el viaje es lo que llamamos camino. Muchos maestros han señalado  que el camino es la meta. Un gran obstáculo sería mantener unas expectativas muy definidas. Sin embargo, el mismo obstáculo se puede ver de modo diferente, como la  base para reajustar nuestra atención y trabajar con lo que surja. Una vivencia de satisfacción y congruencia puede llevarnos a la autocomplacencia o hacia una mayor apertura y una vivencia de resistencia o aburrimiento puede llevarnos a perder el interés o a observarnos con curiosidad.
Avanzando en el camino, a veces vivimos resistencia a la misma práctica. Podemos encontrar fuertes patrones resistentes: ansiedad, pereza, frivolidad, resentimiento, depresión, solo por citar algunos- que podrían llegar a hacernos sentir que no tiene sentido continuar cultivando la Consciencia.
El enfoque revolucionario que podemos tomar es considerar los obstáculos como hitos del camino. Nuestra irritación, aburrimiento, movimientos emocionales, mente errante, o cualquier dificultad sería la base de la práctica. Al examinar estos aspectos difíciles de la experiencia y por tanto permitir que existan sin juicio o manipulación, estamos entrando en un espacio más amplio, nuevo y creativo.
El lema Observar y dejar ir significa que cuando prestamos atención a la respiración y nos damos cuenta de que estamos perdidos en una fantasía o reviviendo un drama, simplemente lo etiquetamos como pensando, y regresamos a la respiración. No hay necesidad de juzgar o evaluar más. Simplemente dejamos ir. NO necesitamos reprimir o ignorar el pensamiento. Tomamos contacto con nuestros pensamientos y emociones, nos familiarizamos con los movimientos y patrones de la mente sin engancharnos a ellos.
Esta exploración incluirá desde luego las ondas de pensamientos negativos y emociones que a veces forman una ola de resistencia a la práctica misma.. Cuando la resistencia crece, puede ser útil recordar nuestra motivación inicial para practicar, y seguir adelante simplemente.
Integrando caminos.
El Yoga físico y Mindfulness serían por tanto caminos complementarios de consciencia, que podemos integrar con naturalidad. No son fines en sí,  sino medios para integrar cuerpo y mente, para integrar una actitud atenta y compasiva en la vida cotidiana, para integrar los cambios y dificultades como parte natural de la práctica y del proceso de vivir.

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