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Sostenidos por la vida

191 MONTSE SIMON

“El cuerpo está en el Espíritu
y sin embargo, uno piensa que
 es Él quien habita en el cuerpo;
como un espectador que creyese
que la pantalla donde se proyecta una imagen
se encuentra dentro de la imagen.”
Ramana Maharshi

Esta estrofa está extraída de un poema de cinco estrofas que compuso Sri Ramana Maharshi poco antes de que pereciera su cuerpo. Me parecen unas palabras profundamente reveladoras ya que nos invitan a invertir nuestro sistema de pensamiento habitual. Solemos pensar que hay un Espíritu,  Alma o Esencia contenidos en un cuerpo y que en el momento de la muerte ese Espíritu abandona el cuerpo. ¿Qué pasa cuando nos planteamos la posibilidad de que esto sea al revés? ¿Y si asumiésemos que es el Espíritu el que contiene el cuerpo y no el cuerpo al Espíritu?
Al reflexionar acerca de estas sabias palabras que me despiertan una intuición de certeza, se me ocurre que por un lado habría un “espíritu” individualizado, asociada a menudo a nuestra personalidad, lo que distinguimos como el alma de esta o aquella otra persona. Y por otro lado, el “Espíritu” que a menudo llamamos el Ser o la Conciencia Absoluta que sería el que contiene el pequeño “espíritu” el “alma individual”, el cuerpo sutil de cada individuo y no sólo es que los contenga sino que los hace posible. Siguiendo el propio ejemplo de Ramana, la imagen no se podría ver con nitidez si no hubiese una pantalla o fondo sobre el cual proyectarse. Del mismo modo el espíritu individual, el individuo en sí y con él todos los seres, no podrían existir, proyectarse, si no fuera por el Espíritu o Conciencia que lo sostiene.
Y uno puede preguntarse ¿para qué especular acerca de si el cuerpo abandona el Espíritu o el Espíritu el cuerpo si no tenemos ni idea, ni parece que podamos saber lo que ocurre en el momento de la muerte? Aunque creo que la estrofa es muy reveladora de por sí, lo que a mí me mueve de ella tiene mucho que ver con la Vida. Cuando vivo identificándome con la imagen, creyendo que la imagen contiene en sí misma la pantalla siento la tensión y el cansancio de un esfuerzo constante por sostener Algo inmenso y vasto dentro de mí. Como un jarrón que se contrajese pensando que tiene que retener a toda fuerza el espacio dentro de sí o las perlas de un collar que se contrajesen, se estresaran y sintiesen ansiedad por tener que sostener el hilo en ellas, sin darse cuenta que ellas son sostenidas por el hilo. Del mismo modo, cuando me identifico con el cuerpo y mi personalidad creyendo que todo depende de mí, de mis elecciones, de mis acciones, de mi esfuerzo sin darme cuenta de que es la Vida – Espíritu - Conciencia la que me sostiene a mí, siento estrés, ansiedad y mucho cansancio ante el vano esfuerzo para contener lo Ilimitado a través de lo limitado.

En la enseñanza tradicional un ejemplo recurrente es el de la ola y el océano. No tendría mucho sentido que una ola se pensase separada o distinta del océano si más allá de la forma y el nombre se fijase en que su esencia, el agua, es una y la misma. Pues bien, imaginemos una ola que mientras se eleva como tal se diese cuenta de que su agua y la del océano es la misma y pensase entonces “¡Oh, tengo que hacer algo para poder contener todo este inmenso océano de agua, tengo que esforzarme al máximo para mantener el agua en mí!” sin comprender que es la propia agua la que ha tomado la forma de océano, de ola, de gota, de río, de nube...
¿Te ocurre a ti también? ¿Has tenido alguna vez la sensación de estar esforzándote para Vivir creyendo que tienes que hacer no una sino muchas cosas para sostener esta vida, sin darte cuenta de que es Ella la que te está sosteniendo constantemente?
La visión no-dualista (advaita) nos muestra que la Conciencia pura es aquello que está detrás de todo lo que percibimos y experimentamos a través de los sentidos y de la mente:
“Porque Eso es el Oído del oído, la Mente de la mente el Habla del habla, el Aliento del Aliento, Vista de la vista. Los sabios liberándose (de la identificación con los sentidos) al abandonar este mundo se vuelven inmortales” (Kena Upaniṣad, 1.2)
¡Qué esfuerzo tan agotador vivir bajo la presión mental del “tengo que”, “tengo que decir algo, tengo que ver, tengo que escuchar, tengo que pensar, tengo que hacer, tengo que demostrar...!” Resulta agotador porque el pequeño “yo” no da para tanto y sin embargo, muerto de miedo de desaparecer se empeña en creer que todo de pende de él, que si no la Vida no se sostiene, que si él muere Todo morirá. Este pequeño “yo” es lo que venimos llamando ego, la Vida limitada por la personalidad, por un nombre y una forma, como el agua limitada por la forma de gota. Y el problema no es que el agua aparezca como una gota, sino que la gota olvide que su esencia es el agua y que es el agua la que la sostiene como gota. Del mismo modo, el problema no es que la Vida aparezca como limitada por el individuo, el problema es que el individuo olvide la Vida, el Espíritu que lo sostiene y sólo resulta un problema por el agotamiento que produce ¿a quién? Precisamente al individuo que se identifica con ello. Si descartamos esa identificación entonces ¿qué problema hay? El problema sólo lo trajo mi mente-cuerpo  al pensar que tenía que sostener la Vida- Espíritu- Conciencia sin darse cuenta de que “¡es la Vida la que me sostiene!”.
Te propongo encontrar unos minutos, por ejemplo ahora, para dejarte sentir la posibilidad de que la Vida es lo que ya está ocurriendo a través de ti, con o sin esfuerzo. Que no eres tú quién tiene que hacer algo en la vida sino que la Vida es la que hace a través de ti.

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