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La farsa de los Gurús

186 RAMIRO

El término gurú en su raíz y origen es muy concreto: el que quita o elimina la oscuridad; el que conduce a la luz y saca de la ignorancia básica de la mente; el que esclarece y libera. La India, que tan dada es a la superstición y cuya espiritualidad ha degenerado convirtiéndose a menudo en una degradada religión materialista y mecánica, ha entronizado desde tiempos remotos la figura del gurú, de tal modo que la asociado con una deidad, o sea, que el gurú es tomado como un dios viviente, dando así lugar a que se le rinda pleitesía y en no pocos casos obediencia ciega e incuso abyecta. Así el gurú crea todo tipo de dependías a veces rayanas en la neurosis y son no pocas las personas, que debido a sus carencias psíquicas y su minoría de edad emocional, se obsesionan con el gurú y crean con respecto al mismo todo tipo de dependencias patológicas.
La India vive de talentos pasados o rentas espirituales. No hay duda de que ha sido la cuna de las más refinadas místicas, la patria del yoga y los más solventes métodos de autorrealización, pero desde hace tiempo su decadencia espiritual es abrumadora. No quiere decir que no haya sadhus, mentores y maestros genuinos, pero no cabe la menor duda, y es aplastadoramente evidente, que han surgido infinidad de gurús que nada tienen de genuinos maestros y que no hacen otra cosa que afirmar su ego-rascacielos, alardear de su "santidad", enriquecerse hasta grados increíbles, hablar de desapego desde el apego y de la accesibilidad rodeados de guardaespaldas. Como cantantes de moda, hacen giras mundiales, se exhiben impúdicamente, barajan conocimientos espirituales pero carecen de Sabiduría, y al final en lugar de esclarecer las mentes de los que les guíen, las confunden, aturden y oscurecen.

El juego de los gurús de masas, la farsa de los maestros que dicen poder ofrecer valiosas y secretas técnicas de Liberación y ellos mismos son esclavos de su autoimportancia, codicia y afán de notoriedad y poder. Este fenómeno se ha incrementado, pero no es nuevo. Falsarios los hubo siempre, aunque no seguramente en tal grado como ahora. Detrás de estos gurús hay toda una organización de estudiado marketing y todo se mercantiliza hasta grados inconcebibles. Muchos de estos gurús indios hallaron su particular caldo de cultivo en Estados Unidos, e incluso muchos de los que mostraban el yoga en su vertiente física, fueron los primeros traidores del genuino hatha-yoga, promoviendo un bochornoso culto al cuerpo, el contorsionismo neurasténico e incluso campeonatos de asanas (posturas del yoga).

Los gurús tramposos cuentan con su especial repertorio de falsas promesas, trucos y artimañas de todo tipo, e incluso los hay que recurren al milagrerismo y las materializaciones. Siempre hay gente que quiere y necesita creer a toda costa y ellos saben de esa flaqueza de muchos de sus seguidores. Pero insisto en que el fenómeno no es nuevo, como podemos ver en las palabras de Ramakrisna cuando comentaba:
"La gente con un poquito de poder oculto consigue cosas como nombre o fama. Muchos de ellos quieren la profesión de gurús, ganar el reconocimiento de la gente y hacer discípulos y devotos. La gente dice de un gurú tal: "¡Ah, le va muy bien! ¡Cuánta gente le visita! Tiene muchos discípulos y seguidores. Su casa luce bien, amueblada y decorada. La gente le lleva regalos. Tiene un poder tal que puede dar de comer a muchas personas si así lo desea". La profesión de gurú se parece a la de una prostituta. Es la vente de uno mismo por bagatelas tales como dinero, honor y comodidades materiales".
Las palabras de Vivekananda sobre los que podríamos llamar gurús profesionales son igualmente críticas. En mis largas conversaciones con Babaji Sibananda de Benarés, él me insistía en este tipo de gurús de los que hay que alejarse y me comentaba: "Igual que la flor no corre en pos de la abeja, el verdadero maestro no necesita moverse de su sitio y los discípulos vienen a él".
El verdadero gurú es el que le conduce a uno hacia su gurú interior o satuguru. En la medida en que el gurú ayuda, es ayudado, cooperar en que un aspirante ascienda un escalón, en lo asciende en la larga escalera hacia la autorrealización. Hermosas y significativas palabras de Ramana Maharsi que recojo:
"La gracia del gurú está siempre presente. Tú imaginas que es algo lejano, allá arriba en el cielo, que tiene que descender, cuando en realidad está dentro de ti, en tu corazón; y en el momento en que logras fundir la mente en su fuente, la gracia emana como un torrente dentro de ti".
En uno de mis encuentros con el gran orientalista italiano el profesor Pío Filippani Ronconi, al hablar sobre este tema de los gurús, me dijo: "Discípulos que nacen libres y se vuelven esclavos. ¡Qué lástima! En lugar de asirse a sí mismo, se encadenan al gurú". Incluso del maestro hay que desapegarse. Muchos gurús quieren sacarte de tu cárcel para meterte en la de ellos; para eso es mejor la propia cárcel.
Hoy en día, en el negocio floreciente del supermercado espiritual, muchos se dicen iluminados y resulta que no logran ver ni la punta de su nariz. Incluso algunos escritores occidentales se hacen pasar por tal y sin el menor decoro comentan cuando se iluminaron, incluso con gran facilidad, como si ellos sí pudieran estar tocados por la gracias y otros que llevan años y años trabajando interiormente no tuvieran ese derecho. Unos se iluminan de repente a los treinta o cuarenta años, de modo espontaneo; otros lo hacen a través de un maestro que nadie sabe dónde está o a través de un mantra; otros debido a un manuscrito o texto antiguo que luego se quemó o se extravió. Engaño sobre engaño, fábula sobre fábula. Pero estos gurús surgen por la demanda desmesurada de aquellos que no queriendo ellos mismos seguir el sadhana o disciplina espiritual, quieren que otros le procuren atajos para llegar al cielo, ¡como si los hubiera! Y así sigue celebrándose, aquí y allá, en Oriente y Occidente, la farsa de los gurús. Sería para reírse a carcajadas si no fuera porque muchos son los damnificados por este tipo de "salvadores de almas". Abundan en muchos sistemas religiosos, pero desde luego, no lo dudemos, se llevan la palma los hindúes. ¿Por qué ponerse tanto en manos espiritualmente de estos desaprensivos gurús en lugar de confiar en el gurú interior y poner los medios para que se manifieste?

 

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