Vacío
Maestro llevo leyendo más de dos días lo que me mandó y no consigo terminarlo—le dijo el discípulo agotado a última hora de la noche.
Muy bien —le contestó el maestro— siéntate y haremos un té.
¿Recuerdas el molino de agua que hay en el pueblo de al lado?
Si —respondió el discípulo—. El molino necesita una fuerza para que se empiece a mover al principio, pero después si tiene agua simplemente se llena y se vacía en perfecto equilibrio, la fuerza de uno hace que el otro suba y viceversa. Pero ¿qué pasaría si el agua que se recoge del rio y sube, no se vaciará al bajar?
Que no podría recoger agua nueva —le respondió el discípulo. Y llegaría un momento que giraría en falso y no serviría para nada o que rebosaría y el agua se desperdiciaría —. Añadió el maestro.
Así es maestro —respondió el discípulo.
El vacío permite llenar, y el llenar, vaciar. La mente clara y vacía permite saber hasta dónde se debe llenar, la mente llena tiene tapada su visión.
La cabeza y el cuerpo forman un equilibrio: si una persona dedica todo su tiempo a llenar su cabeza con cosas, pensamientos, trabajo… necesita vaciarla con el ejercicio para después poder sentarse con la cabeza despejada y el cuerpo cansado. Si la persona dedica todo su tiempo a hacer ejercicio o a cuidar su cuerpo, necesita sentarse, meditar y pensar si no quiere terminar lesionándose.
Así cabeza y cuerpo, lleno y vacío, yin y yang forman el equilibrio de todas las cosas.