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¿Cómo resolver los desafios de la vida?

203 PABLO

Imagina que pudieses, según la necesidad, variar tu enfoque de la vida, yendo desde el más crudo cientificismo, al más alto misticismo. Difícil de imaginar, ¿no?.
Es difícil porque hemos sido enseñados a aceptar una forma de ver la vida, como única y excluyente. Así, por ejemplo, si somos cristianos, no podremos aceptar del todo las afirmaciones científicas, y viceversa.
Cuando me levanto por la mañana, según como esté el día (nublado, soleado, lluvioso), elijo la indumentaria que vestiré. Así también, cuando tengo que llevar a cabo alguna reforma en casa, elijo la herramienta adecuada para cada ocasión. O si tengo que hablar con alguien, adapto mi léxico para que me comprenda mejor.
Si aplicamos con éxito dicha variación en lo tocante a ropa, herramientas y léxico, ¿por qué no podríamos aplicar la misma actitud a la hora de resolver cuestiones vitales, como “¿quien soy yo?”, “¿por qué existimos?”, y demás?
En la India se utiliza una clasificación llamada adhikara y bhumika. Adhikara significa aptitud, capacidad, y tiene que ver con el aprendizaje, es decir, que si voy haciéndome preguntas vitales, leyendo textos reflexivos, pensando, meditando cuestiones profundas, iré adquiriendo herramientas muy variadas para resolver cuestiones que exigen diferentes aproximaciones. De lo contrario caería en lo que el dicho preconiza: “para quien, como única herramienta posee un martillo, todo problema es un clavo”, es decir que, para quien sólo tiene un único enfoque de vida (Cristianismo, Islam, Comunismo, Neoliberalismo, Hinduismo, Yoga), todo problema que se presente, necesitará ser resuelto con un abordaje que, muy probablemente, resulte insuficiente.
Hay gente que usa el enfado para resolver cualquier situación, otras la actitud de víctima, la actitud de salvador, el miedo, y, si les preguntas, dirán que no conciben otra forma de hacerlo.
Bhumika significa nivel, escalafón, estrato, es decir, lo que la vida nos requiere en un determinado momento. A veces nos pide resolver racionalmente una cuestión, como cuando tenemos que resolver un problema de papeles en la oficina, pero otras, nos pide hablar el lenguaje del corazón, como cuando nuestro hijo nos plantea una cuestión que le está preocupando, y otras, nos requiere un vuelo espiritual, como cuando entramos en la dimensión del silencio, de la meditación u oración.
La vida nos presenta desafíos variados, diversos, esos son los bhumikas o niveles, y, nosotros, a través de cultivar nuestro aprendizaje continuo de nuevas herramientas, desarrollamos nuestro adhikara o capacidad de resolución de problemas.
Ahora, imaginemos al adhikara como una montaña a la que podemos subir de a poco, es la montaña del conocimiento. Cuanto más subimos, mejor visión tenemos del valle, por lo cual, alguien que estuviese en el valle, frente a un bosque, no sabría cuanto se extiende ese bosque, o si contiene peligros acechando en él pero, para el que está en la cima de la montaña, todo ello es muy claro, y puede prevenir al de abajo, si lo desea.
Pero sucede muy a menudo, que, cuando el de arriba dice algo al de abajo, éste último desconfía, ya que él mismo no puede ver bien, carece de la visión de conjunto que posee el de arriba. Así notamos que, cuanto más aumenta nuestro adhikara, nuestro conocimiento de la vida, nuestras herramientas, mejor visión tenemos, y, por ello, más fácilmente podemos comprender lo que les sucede a los demás, y, ayudarlos a resolver sus problemas, y, sin embargo, esto no funciona en la dirección contraria, es decir, el de abajo jamás podrá comprender los modos de ver la vida del de arriba.
Vemos pues, que es vital aumentar nuestro adhikara o cualificación, aprendiendo sobre psicología, teología, filosofía, ciencia, lógica. ¿Que es muy difícil?, ¿que es solo para quienes hacen una carrera de ello?, pamplinas, nadie sube una montaña saltando del suelo a la cima, se sube de a poco, y, a medida que se sube, se va disfrutando de la vista, de forma cada vez más comprensiva y abarcante.
Claro que para que todo lo anterior pueda ocurrir, tenemos que dejar de lado la idea de que hay una sola forma de entender la vida, una que es la mejor para toda ocasión, y que es infalible (para ello sólo hace falta reflexionar un poco), y, cambiarla por la nueva idea de que, tal como decía Nietzsche: “no hay hechos, sino sólo interpretaciones”.
Así, cuando voy a hacer el amor adopto un adhikara sensorial, como el del tantra hindú, disfrutando de cada toque y caricia. ¿Se imaginan adoptando una actitud científica en ese delicado momento, y pensando: “ahora las hormonas nos están llevando a sentirnos atraídos, las feromonas son emanadas al aire, lo cual potencia nuestra necesidad de perpetuar la especie, mediante la fecundación del óvulo”? Suena patético, ¿no? Pues es exactamente lo que hacemos. O bien aplicamos el único adhikara que aprendimos a todo bhumika (nivel, requerimiento) que se presente, o bien aplicamos el adhikara equivocado al bhumika que no lo necesita.
Para dar un ejemplo, en la India existen los seis darshanas o “enfoques” de la vida. Así, si un hindú necesita resolver el desafío de un determinado bhumika aplicará uno u otro de los siguientes darshanas:
•    Entender el cosmos y la creación: SAMKHYA.
•    Practicar técnicas que llevan hacia la paz interior y la salud física: YOGA.
•    Pensar lógica y racionalmente un problema concreto: NYAYA.
•    Estudiar el mundo natural científicamente: VAYSESIKA.
•    Entender lo que transmiten las escrituras sagradas:  MIMAMSA.
•    Abrirse a la trascendencia, al Ser, a Dios: VEDANTA.
En cada cultura y lengua, existen estos seis darshanas, por lo que siempre los tendremos a mano, así que, adquiere nuevas herramientas, aumentado tu adhikara, y no habrá bhumika o desafío que no puedas afrontar con éxito.
Obsérvate cómo abordas cada problema que la vida te pone delante, y descubre si estás cayendo en los mismos dos o tres modos (adhikaras) de siempre, y observa también qué es exactamente lo que la vida necesita en cada instante (bhumika), para que la llave que elijas para ese cerrojo, realmente sea la que abre la puerta.

Ya me cuentas!

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