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Tierra Santa: Israel y Palestina

188 RAFAEL

Primera visita
Fui a Israel por primera vez en un viaje inesperado, casi involuntario, como si el destino me llevara allí sin proponérmelo. Tenía veinte y pocos años, estaba realizando prácticas de empresa en el Cairo y dispuse de una semana no planificada de vacaciones. Y claro, con Luis, recién estrenado amigo del alma, nos fuimos, sin pensarlo dos veces a Jerusalén, cruzando el Sinaí en autobús.
Recuerdo bien la frontera, las mujeres soldado judías con sus uzis, los controles, y el cambio del desierto del Sinaí a las bien cuidadas fincas del lado hebreo; todo limpio, verde, floreciente, y controlado. La verdad es que impresiona ver la transformación en vergeles de las tierras en Israel.
Descubrí las bellas playas de Tel-Aviv, y no sé cómo, recuerdo que viajé a Jerusalén en un jeep del ejército de Israel, en un precioso atardecer, con una gigantesca y bellísima Luna creciente en el cielo, y entendí por qué la Luna creciente es uno de los símbolos ligados a Oriente Medio. Y enseguida, una semana en Jerusalén en un peregrinaje involuntario y un descubrimiento paso a paso de la ciudad antigua. Estaba sin dinero, así que me hospedé en el lugar más barato que encontré, un hostal para jóvenes regentado por un amable cristiano libanés en la ciudad antigua. Sólo comía un par de huevos crudos (que odio) al día, pues hasta ahí llegaba mi presupuesto. Agradecía infinitamente que Luis me invitara a comer de vez en cuando en el hospital en el que hacía sus prácticas.
Me impresionó descubrir los cuatro barrios de la ciudad antigua y pasear por sus calles, especialmente por el barrio Armenio. Recorrerlos me resultaba muy impactante, aún en mi juventud.
Aún tuvimos tiempo para hacer amigos, que nos invitaron a un Kibbutz al norte casi en la frontera con el Líbano, y participar unas horas de la vida diferente de estas comunidades. Recuerdo espeluznado cómo paseábamos por allí sin darle más importancia, mientras los tanques y el ejército de Israel tomaban cincuenta kilómetros del Líbano un poco más arriba.
Segunda Visita
Peregriné de nuevo a Tierra Santa recientemente, con un grupo de amigos del alma y mi maestro, y estuvimos reviviendo la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesucristo, el Maestro de Maestros. Visitando con esmero cada uno de muchos los lugares que hay allí.
Al repasar las fotos del viaje, renacen las fuertes emociones y profundos vínculos con los amigos del pasado. Fue un viaje intenso, penetrando de lleno en el corazón de la espiritualidad que propone el Cristianismo más esotérico. Descubrimos también, cómo el conflicto que se vive en las calles y en las sociedades de Israel y Palestina, tiene su origen en niveles profundos de la psique colectiva, de la que todos participamos. Israel es realmente Tierra Santa y desgraciadamente tierra de luz y densa oscuridad, de amor verdadero y odio oscuro.
Es muy bella y diferente la cruz de Jerusalén, con una fuerza muy especial. Recomiendo ver alguna foto o dibujo de la misma.

Jerusalén, ciudad sagrada
Jerusalén te conmueve, de pies a cabeza, todo el alma, tiemblas como una hoja sacudida por el viento al pasear por sus calles de piedra, rebosantes de humanidad. Es obligado hacer el recorrido de Jesús en su vía crucis por las calles de esta ciudad, reviviendo el drama cósmico representado por Jesús con su pasión y muerte en la cruz.
Obviamente hay que visitar el muro de las lamentaciones, y conectar con la ferviente espiritualidad del pueblo judío, y encima, unida, inseparable, la Mezquita de la Roca, dónde Abraham realiza el sacrificio del cordero y Mahoma sube al cielo.
El Monte de los Olivos. Si Jerusalén es piedra cúbica cincelada con esmero y humanidad en cada rincón, historia que se repite en cada uno de los que viven y los que peregrinamos por sus calles, el Monte de los Olivos es el Misterio de Jesús con los Apóstoles, de la última cena, de la negación de Pedro; y la resurrección de Jesús, Misterio de Misterios.
En ese viaje descubrí a Jesús como maestro, lo que me permitió acercarme más a su figura y enseñanzas y entender mejor el drama cósmico encarnado en su vida. Es muy bello pasear por el Monte de los Olivos, ver Jerusalén, entrar en la bellísima iglesia y meditar en alguno de las fincas de olivos y revivir las escenas de la vida de Jesús y sus apóstoles.
Belén. Está más allá de las palabras que puedo escribir, describir la belleza y emoción al entrar en la Iglesia y en la gruta dónde nació Jesús, en el corazón de Palestina.188 RAFAEL02
El Mar Muerto y los Esenios de Qumran
El mar Muerto es un lugar muy especial, con ambiente relajado y turístico, dispuesto para flotar sobre el agua y enlodarte en el fango, lo cual tiene su lado divertido. Desgraciadamente, parece que hay un desastre ecológico de grandes dimensiones, por la pérdida de agua. Además, peregrinamos por Qumran, atribuido a los Esenios, más que interesante, con las conexiones entre este grupo espiritual y Jesús. Dormimos en las montañas que rodean este mar sin vida, meditando en un bello atardecer, embargados por las experiencias de días anteriores.
El Lago Tiberiades
Hay Paz en el lago y en toda la zona. Es muy bello pasear por Cafarnaúm, de dónde eran Pedro y otros apóstoles, y por los lugares dónde Jesús predicó e hizo muchos milagros. También estar en el Jordán y revivir el bautismo de agua que realizaba Juan, e imaginar que bautizó a Jesús allí mismo.
Vivimos en esta zona varios días, lo que nos permitió conectar en profundidad con la historia y espiritualidad del lugar. Realizamos profundas meditaciones, y experiencias en estados ampliados de conciencia con Respiración Pneuma, que nos marcaron a todos.
La iglesia dedicada a María en Nazaret te toca profundamente, bellísima y llena de armonía y luz.
Propuesta
Israel y Palestina nos representan a todos, como un reflejo o un holograma, metacondensando, del bien y del mal, del amor y del odio, del Cielo y del infierno. Se dice que hay un equilibrio entre la luz y la oscuridad. En Tierra Santa, es un equilibro de extremos de luz infinita y oscuridad corrupta muy profunda. También sabemos que la luz ganó hace muchos eones, sólo que quedan algunos reductos por recuperar.
Si puedes, visita Tierra Santa, con devoción, creyente o no, te conmoverá, seguro que será un paso relevante en tu camino. Es una aparente contradicción, un espacio necesitado de nuestra luz y que simultáneamente te puede proporcionar toda la que buscas.

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