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El desarrollo armónico

Venimos a este mundo y comenzamos el viaje existencial, tomando la senda del aprendizaje. Hay un impulso en nosotros que se activa desde que nacemos, para empezar a desarrollarnos y poder seguir el camino hacia la autorrealización. Pero en ese viaje comenzamos desde muy niños a encontrar inconvenientes, y padecer experiencias traumáticas que dejarán heridas en el alma. Aún en el ambiente más idóneo, se van dando situaciones dolorosas, contradictorias, lesivas. Surgen dificultades, y comienza a conformarse inarmónicamente la arquitectura psíquica, debido a las frustraciones, la acumulación de viejos patrones, la represión y los miedos. Aún en el mejor de los casos, el niño se enfrenta con circunstancias que merman su energía de autodesarrollo y psicológicamente lo fragmentan. Por un lado, está el ambiente de la familia, por otro, el escolar y por si fuera poco, la sociedad neurótica y disparatada en que hay que desenvolverse. En un momento dado el proceso de maduración se frena. Hay un estancamiento y el impulso hacia la autorrealización se debilita o se disipa. En lugar de proseguir el proceso de maduración hacia una vida interior más rica y plena, las frustraciones, los complejos, la desequilibrada autovaloración y la fragmentación psíquica se imponen, y la persona sufre una detención en su evolución, por lo que tenemos que pagar un alto diezmo y se provocan diferentes "síntomas" como vacío existencial, carencias emocionales, temores infundados, desorientación vital, insatisfacción y descontento, angustia o abatimiento y, sobre todo, la incapacidad de vivir más plena y vitalmente, desde la lucidez y el sosiego, el contento interior y la compasión.

Dado este estado de cosas, común a casi todas las personas, lo que desde luego urge es actualizar otra vez el impulso hacia la autorrealización y poder poner los medios para que el proceso de un desarrollo armónico sea posible. Para ello necesitaremos más "desaprender" que aprender; desmontar el andamiaje psíquico inarmónico para poder construir otro más sano. Habrá que desmantelar muchas falacias, autoengaños y pretextos; arrojar por la borda estrechos puntos de vista, prejuicios, patrones insanos y enfoques incorrectos. El desenmascaramiento al que uno tiene que someterse es doloroso y exige intrepidez, pero es la forma de ir descubriendo qué es uno realmente y no vivir en base a descripciones ajenas o patrones idealizados que nos alejan de nuestra naturaleza real.

Para que se pueda otra vez poner en marcha el proceso de maduración psíquica, que es la posibilidad de un día sentirnos bien y completos en nosotros mismos, liberándonos de "síntomas" indeseados, tenemos que recurrir a las enseñanzas y métodos que nos han legado las mentes más evolucionadas de la Humanidad. Disponemos de una gran número de orientaciones y técnicas para poder proseguir con éxito el viaje hacia la realización, y que configuran el denominado trabajo interior, que consiste en un trabajo minucioso y consciente sobre nuestra mente y nuestras funciones en general (mental, emocional, corporal, instintiva) para actualizar esos potenciales latentes que al eclosionar nos permitirán vivir y vivirnos mucho más plenamente y no solo desde la mecanicidad sino desde la consciencia, el sosiego y la visión clara. Debido a la detención en ese autodesarrollo, no prosigue el desarrollo armónico que luego hay que recuperar y seguir dinamizando, convirtiéndose a la postre uno mismo en su propio maestro y su propio discípulo, su propio psicoterapeuta y su propio paciente. Lo esencial es darse cuenta (ejercicio de consciencia valiosísimo) de que uno se ha quedado atrapado en las arenas movedizas de la inmadurez y la semi-evolución. Y es necesario recurrir a los métodos de autorrealización para poder seguir avanzando y encontrar la anhelada paz interior para poder también compartirla con los demás. Es una contribución extraordinaria a nosotros mismos y a los demás. Cuando más evolucionemos, más enriquecedores y sanos serán los vínculos con los demás, porque la relación se celebrará desde la lucidez y el amor y no desde la mecanicidad y el egoísmo. Lo que tenemos que entender es que nos hallamos a medio camino, pero podemos intentar seguir avanzando y finalmente poder establecernos, más allá de lo aparente y adquirido, en nuestra naturaleza real.

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