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Los cuatro tramos de la senda

184 RAMIRO

En el viaje hacia la libertad interior y la consciencia despierta, hay cuatro tramos que se complementan y que configuran el sendero gradual hacia la liberación de la mente. Son el de autovigilancia o auto-observación, el del autoconocimiento, el de la transformación y el de la realización de sí.

1.- La auto-observación
Para conocer algo tenemos que observarlo e igualmente si queremos descubrirnos y conocernos, saber realmente de nosotros, tenemos que vigilarnos y observarnos. Pero esta observación, para que sea fiable, requiera una actitud de ecuanimidad, evitando tanto la auto-recriminación como la justificación o autocomplacencia. Se trata de una observación de sí aséptica, que puede llevarse a cabo en cualquier circunstancia y que nos permite este vigilantes de nuestras conducta mentales, verbales y corporales. Es el modo de descubrirnos más allá de lo superficial, de las máscaras, de la imagen, pudiendo desenmascararnos y vernos tal cual somos, comenzando por nuestras reacciones egocéntricas y nuestros autoengaños.

2.- El autoconocimiento
Mediante la atención a sí mismo, la autovigilancia y la observación de uno mismo, uno va no solo conociendo los rasgos más superficiales, sino los más esenciales y profundos, e incluso esas tendencias subyacentes que tanto nos condicionan y provocan reacciones emocionales, hábitos psíquicos, conductas aprendidas, subterfugios y autoengaños. El hecho mismo de irse viendo y conociendo ya es transformador en grado sumo, y a la vez se vuelve liberador. Vamos deshaciendo la espesa urdimbre de autoengaños, descubriendo reacciones que pasaban desapercibidas por falta de atención, propensiones muy hondas y condicionantes que le roban la independencia a la mente. Aprendemos a tomar consciencia de nuestros estados aflictivos, del circuito de nuestros apegos y aborrecimientos, de nuestras mentiras y falacias, de lo aparente y lo real, la personalidad y la esencia. Mediante la auto-observación nos vamos descubriendo y conociendo y así podremos estar mejor capacitados para transformarnos.

3.- La transformación
El adagio reza: "Tienes que descubrir dónde se encuentra la espina para poder extraerla". Muchas personas desean modificarse, mutar la consciencia, cambiar rasgos nocivos de carácter y superar tendencias egocéntricas muy marcadas, pero en realidad cómo no se conocen no saben al final qué modificar ni cómo hacerlo. Para conocerse hay que observarse y para transformarse hay que conocerse. Todo ello forma parte del trabajo interior o disciplina del autodesarrollo, que la persona emprende cuando quiere mejorarse y ser más libre, no estando sujeta a viejos patrones y condicionamientos psíquicos. Es el anhelo por el cambio interior para sentirse mejor y darle un sentido más elevado a la vida. Ese cambio se convierte entonces en un definido e inquebrantable propósito y la vida adquiere otro significado. La transformación no es nada fácil. Los falsos maestros dicen lo contrario para engatusar y atraer a sus discípulos. Solo la suma de modificaciones, paso a paso, nos va realmente cambiando y algo que les repito a mis alumnos es: "Algo que tienes que cambiar hoy para que mañana sea diferente". Los cambios pequeños cuentan. Hay que ir cambiando enfoques y actitudes. Se trata de una alquimia interior.

4.-La realización de sí
Este término se ha degradado en el lenguaje popular y se utiliza muy alegremente, falseándolo y robándole su verdadero sentido. Realizarse quiere decir hacerse real. Para ello hay que ir del yo social al yo genuino o naturaleza profunda; de la imagen a lo esencial. Mediante el adiestramiento en la autoobservación, el autoconocimiento y la transformación, uno accede al tramo de la realización de sí, pudiendo dejar de ser el que no era para convertirse en el que realmente es. Hay mucho que desmantelar en uno mismo para ello, mucho que desaprender, muchas cosas que arrojar por la borda y que creíamos que eran nuestras sin serlo. Así se va consiguiendo una nueva manera de ser, desde la lucidez y el sosiego, la aceptación consciente y la compasión.

Para ir cubriendo estos tramos hacia la libertad interior, hay numerosos mapas espirituales y gran número de métodos de autodesarrollo. El yoga nos ofrece una farmacopea impresionante de "medicamentos" para sanear la mente y reunificar nuestras energías dispersas. La meditación, como tanto me insistía en ello el Sadhu Babaji Sibananda, es el camino más directo hacia el Ser.

En muchas personas, misteriosamente, se activa el mecanismo de la Búsqueda. Entonces ya no hay marcha atrás. Es el comienzo de un camino que va desde la ignorancia y la servidumbre hasta la Sabiduría y la libertad. Nadie puede recorrerlo por uno. Nunca se dijo que fuera fácil. En esta época de falsarios muchos se dicen iluminados y que la iluminación les vino de manera espontanea y que uno no tiene que llevar ningún trabajo interior a cabo para ello. ¡No hay mayor falacia! Larga es la marcha de la autorrealización y, como dijo Buda, los mentores muestran la vía, pero uno mismo tiene que recorrerla.

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