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Frente al conoravirus

245 ILUS JUANUna antigua enseñanza para tiempos de Pandemia
Ante una situación conflictiva, las personas damos respuestas diferentes. Hay quienes niegan la situación, otros reaccionan con indiferencia, algunos se vuelven muy emocionales, otros buscan toda la información posible; muchos se distraen consumiendo algo, ya sea comida, tabaco, televisión, internet o lo que sea que les mantenga ausentes. También hay quienes buscan apoyo en los demás y quienes se acercan a sus seres queridos, y quienes se aíslan o se encierran.Todas estas respuestas y muchas otras tienen su función y utilidad.

Entender el problema

El problema surge cuando a pesar todo lo que hacemos acabamos en estados negativos. A menudo, en lugar de manejar la situación experimentamos ansiedad, desánimo, irritación, desesperanza, miedo, apatía, etc., de forma que al conflicto se suma a nuestro estado emocional, con lo que todavía nos sentimos peor. Entonces es cuando necesitamos tomar cartas en el asunto y entender lo que sucede. Si comprendemos cómo se produce la negatividad tendremos más capacidad de trascenderla.

Todas estas emociones son en general una reacción a la frustración que sentimos. Es decir, nos encontramos en una situación en que carecemos de muchas cosas que necesitamos. Necesitamos independencia y libertad de acción, y estamos confinados; necesitamos realizar nuestros planes y proyectos, y nos vemos impedidos a ello; necesitamos relacionarnos con nuestros amigos y seres queridos, y nos encontramos aislados; necesitamos sentirnos seguros y controlando nuestras vidas, y nos vemos expuestos sin ninguna certeza; necesitamos compartir, vivir experiencias nuevas, celebrar, viajar, etc. y todo eso está limitado o bloqueado. Hay una larga lista de necesidades que no podemos satisfacer y, ante eso reaccionamos mal.

Los estados mentales negativos son reacciones emocionales ante el dolor que la vida nos trae. La mayoría de las personas enfocamos la atención en lo que nos falta y en tratar de tenerlo, pero además cuando la situación lo impide, somos incapaces de parar y seguimos deseando tenerlo. Esa ansiedad por tener algo que no podemos conseguir a corto plazo se convierte en una emoción negativa.

Empoderarse

En un antiguo texto escrito por un maestro tibetano (del siglo XI) podemos leer: Cuando el mundo y los seres se llenen de maldad, transforma las circunstancias adversas en el camino del despertar.

Hay algo muy interesante aquí. Lo que el maestro nos está señalando es un cambio radical de enfoque. Esto es, en lugar de seguir empeñado en buscar bienestar y satisfacción, en lugar de rechazar las frustraciones y la insatisfacción, el maestro nos propone que aprovechemos las circunstancias para avanzar en el camino espiritual.

La cuestión clave es dejar de darle tanta importancia a acabar con el malestar, de enfocarse tanto en la infelicidad, y poner energía en evolucionar y despertar. Es un enfoque muy radical que hoy en día, diez siglos después, sigue estando vigente y sin embargo resulta muy complicado para muchos de nosotros.

Algunas personas critican al budismo porque habla demasiado de sufrimiento; sin embargo, si leemos bien esta instrucción puede apreciarse todo lo contrario. Nos invita a dejar de hacer tanto caso a nuestras miserias y poner más energía en despertar.

Ahora bien ¿qué significa el camino al despertar?

En la práctica quiere decir cultivar cualidades. Quiere decir que cuando las cosas van mal nada nos impide seguir desarrollando sabiduría y compasión. Podemos seguir avanzando en el camino.

La cuestión esencial es definir nuestro propósito vital. Con todo esto que está sucediendo se habla de cambiar, de que a partir de ahora las cosas van a ser diferentes. Pero las cosas no cambian simplemente porque lo necesitemos o nos apetezca. Somos nosotros los que tenemos que hacer algo para evitar que vuelva la inercia y caer en los mismos comportamientos de siempre. El cambio fundamental viene de la motivación. Cuando nuestros intereses y motivos cambian, la vida cambia.

Desde la perspectiva de la meditación nuestra vida se transforma cuando nos hacemos conscientes de qué es lo importante. Cuando descubrimos que sólo desplegando nuestro potencial de cualidades y fortalezas podemos encontrar satisfacción y plenitud en la vida. Las situaciones difíciles y las crisis forman parte de los ciclos de la vida. Sólo si tenemos recursos podemos afrontarlas con equilibrio y sentido. Un conocido aforismo dice que sólo podemos atravesar un largo desierto si llevamos suficiente agua, del mismo modo, sólo saldremos airados de la experiencia vital si tenemos suficiente generosidad, gratitud, amor y el resto de cualidades del camino del despertar.

Las instrucciones del maestro nos animan a empoderarnos y a dejar atrás el papel de víctimas. Es decir, en lugar de caer en la indefensión y el victimismo (las críticas destructivas, señalar los defectos y errores, culpabilizar, enfadarse con quienes hacen lo que pueden por sacarnos de esta crisis también son formas de victimismo), en lugar de la actitud infantil de seguir empeñados en tener lo que hemos perdido, el maestro nos propone que hagamos un cambio radical en la dirección hacia la que nos dirigimos en la vida.

Debemos confiar en nuestra fuerza interior y sentirnos capaces de aprovechar las circunstancias. En vez de encogernos esperando con impaciencia a que pase lo malo, lo abordamos para sacar lo mejor de nosotros mismos. Descubrimos que el objetivo en la vida no es estar a salvo de la maldad sino ser más humildes, sabios y compasivos.

Con nuestra forma de reaccionar afectamos a los demás. Siempre influimos en los demás. Así que no está de más preguntarnos qué queremos aportar; cuál queremos que sea nuestro legado tras pasar por la vida. Reaccionar con enfados, quejas y demás sólo resta, sin embargo, evolucionar y despertar en una situación complicada es lo que más suma.

¿Cómo se hace?

La siguiente instrucción del maestro, en el mismo texto dice: Pon toda la responsabilidad en lo mismo. Es un mensaje un tanto ambiguo que sin embargo nos invita a indagar en profundidad. La cuestión es que si hubiera una sola cosa responsable de nuestra infelicidad y de que nuestra evolución se encuentre paralizada, ¿qué sería? Nos sentimos frustrados, inseguros, inquietos, desanimados, etc. ¿cuál es el verdadero responsable de todo esto?

La respuesta rápida, habitual, es culpabilizar a algo o alguien (una epidemia, una persona, etc.), es lo que hacemos siempre, y lo que impide algún cambio. Tenemos que ser más honestos y llegar al fondo de la cuestión.

El maestro nos dice que el responsable último es el ego. Dicho de otro modo, el problema son nuestras expectativas, creencias erróneas, hábitos emocionales, inseguridades, deseos y sombras. Todo esto en su conjunto es lo que se denomina el ego. El problema no está fuera sino que lo tenemos muy cerca, está en nuestra mente.

La infelicidad y la frustración vienen del ego, pero también las interferencias a evolucionar y despertar. Sólo si soltamos nuestras tendencias, podremos seguir avanzando y llegar al despertar.
Hacer que las situaciones difíciles sirvan para despertar viene de abandonar la idea distorsionada de uno mismo. Si no lo hacemos, nos convertimos en la diana para que sigan llegando problemas. La única manera de resolver muchas de las experiencias difíciles que nos encontramos en la vida es abandonando algún grado de egoísmo y poseer suficientes cualidades.
Cuando hacemos esto, cuando reparamos nuestro ser eliminando el ego, también eliminamos el desequilibrio de quienes nos rodean. Sanamos el mundo. De modo que, ¿cuál sería la experiencia en una situación de crisis si dejáramos a un lado inseguridades, expectativas, opiniones, creencias, deseos, tendencias emocionales negativas, y todo lo que constituye el ego?

¿Cuál sería la experiencia si viviéramos la crisis con compasión, gratitud, regocijo, amor, ecuanimidad, paciencia, humildad y todas las cualidades del despertar?

Es fácil apreciar que la diferencia es enorme. Así pues, concretando, ante la frustración, en lugar de reacciones basadas en el ego, buscamos vivirla con el mayor número posible de cualidades. Podemos usar la meditación o cualquier otra técnica, la cuestión es hacer que la respuesta a la situación sea una emoción positiva.

Resistencias

No nos resulta fácil enfocarlo así, pero hemos de tomarlo como un aprendizaje. A menudo nuestro punto de partida ha sido complicado y estamos muy dañados. Nos hemos criado con tendencias a la envidia, a la mentira, a depender de la aprobación de los demás, a ser falsos, a ir con una máscara, a luchar por más poder, a querer agradar, a ser caprichosos e impulsivos, a fijarnos en los defectos de los demás y un largo etcétera. Soltar estos egos de toda la vida es complicado.

De modo que en la siguiente frase de nuestro texto el maestro dice: Usa cualquier circunstancia inmediata para meditar. Un verdadero maestro tiene más fe en nosotros que nosotros mismos. Aquí, el maestro no responde a nuestras quejas de impotencia y dificultad. Simplemente nos dice que practiquemos. Hazlo, practica, medita en lo que te está pasando. Sin postergarlo, sin dudas. La instrucción es vivir la experiencia con lucidez y compasión.

Lo que nos libera es hacernos conscientes de lo que sentimos en el cuerpo y la mente, hacernos conscientes del malestar, la ansiedad, la indefensión y demás, y poner ahí mismo amor, gratitud, generosidad, regocijo o cualquier otra cualidad. La práctica es hacerse consciente de la vivencia y ahí mismo, en esa inmediatez de la vivencia permitir que se desvele lo que realmente somos. La tarea es dejar de escaparnos del malestar y vivirlo con sabiduría y compasión.

Práctica

Una forma de conseguirlo es usar la meditación. Meditar en ecuanimidad, meditar en amor, meditar en compasión, meditar en la vacuidad del yo, meditar en la lucidez que siempre hay aquí, meditar en la impermanencia, meditar en atención plena, meditar en la interdependencia de todo, meditar en gratitud, meditar en regocijo, etc.

Miramos al futuro, a cuando esto acabe. Queremos que termine cuanto antes. Tenemos motivos de salud, pero también económicos, necesidades, metas, planes. No obstante, es vital añadir también otra perspectiva. En meditación, buscamos la forma más evolucionada de vivir esta experiencia. Cada momento de la vida está lleno de significado, querer que pase pronto, querer que llegue otra cosa es azuzar el bucle del sufrimiento.

La vida es muy corta. Para algunas personas el día es muy largo y para otros pasa demasiado rápido. Si el objetivo es cambiar la mente, la vida es demasiado corta, si el propósito es evolucionar y despertar apenas tenemos tiempo.

Sólo si abordamos las experiencias con valentía y decisión, cambiará algo en nuestras vidas. De lo contrario, está crisis pasará pero vendrá otra y después otra, así hasta que sepamos vivirla con apertura, humildad, lucidez y compasión.

Juan Manzanera

Nota: El texto tibetano se llama Lo-Yong Don-dun-ma, fue compuesto por el Lama Gueshe Chekawa. Hay numerosas versiones comentadas en español.

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