Buscar

El anhelo de lo infinito

247 ILUS RAMIRO WEBNo hay muchas razas. Hay dos: la de aquellos que aspiran a mejorarse, embellecerse interiormente, darle un sentido de plenitud a la vida y desarrollar lucidez y compasión, y la de aquellos sordos a cualquier llamada de superación personal o mejoramiento humano.

Desde tiempos inmemoriales ha habido seres humanos con inquietudes y sensibilidades espirituales, "tocados" por el impulso de querer encontrar la paz interior y compartirla con los demás, hallar respuestas a los grandes interrogantes de la existencia y a los que no puede responder el pensamiento ordinario. Supone un intento de hacerse más conscientes y conseguir así que la consciencia evolucione y le dé un significado especial a la vida. Esas personas sienten la insatisfacción propia de no sentirse completas todavía y de querer perfeccionarse no solo para beneficio propio, sino para hacer así también una preciosa aportación a los demás. Buscan un modo mejor de sentir y ser y por eso se les conoce como “buscadores”, más allá de cualquier creencia o tanto si son teístas como ateas, adheridas a un culto o no. Un buscador es como una orquídea única. Cada buscador sigue su senda y lo que les conecta a todos ellos, a lo ancho del mundo, son sus anhelos por un ser humano mejor y por tanto un mundo mejor, sin dogmatismos. Hasta que no se completa y encuentra a sí mismo, el buscador siente insatisfacción, porque no se contenta con mejorar su calidad de vida externa, sino que también quiere progresar interiormente, conocerse y realizarse. Su propósito es hacerse consciente, porque la consciencia amplificada procura lucidez y amor. A esa insatisfacción existencial o difuso descontento del buscador espiritual le denomino "la soledad del ser". Uno se siente como un huérfano en busca del Sentido.

En mis distintas novelas espirituales e iniciáticas, he destacado personajes con ese descontento existencial y por ello incansables buscadores de un propósito más elevado que el común. Así, en mis relatos, están esos inquietos, e incluso a veces sanamente atormentados personajes, que no se contentan con las apariencias ni con lo banal y buscan la última realidad. Así manifiesto esa búsqueda sin reparos en Los ojos del Corazón, El Templo de Hielo, Las Siete Iniciaciones, o La Devadasi y, sobre todo, en El Faquir, mi relato mejor acogido y que lleva ya dieciséis ediciones. En el mismo, Suresh, Faquir, le dice a Hernán, su discípulo occidental en busca de una realidad que se oculta a la mente ordinaria:

"El verdadero hombre religioso no es aquel que sigue una senda ya marcada, tampoco es un simple catacaldos. ¿Me entiendes? Es aquel que trata de percibir la unidad en todo. En ese sentido, tienes razón al decir que soy un hombre religioso. Pero no tengo creencias, solo me guío por experiencias. En el silencio interior se manifiesta lo más puro, se escucha la vibración inaudible. Tienes que intentar retomar, una y otra vez, el hilo de la sensación de ser y acceder a lo que es anterior a esa sensación, para oír lo inaudible y atrapar lo inatrapable. Tú eres diferente del mundo. Eres el agua de los ríos, la lava del volcán, la sal de las lágrimas, el estertor del moribundo, el frío en la nieve y la tibieza en la caricia, todo eso eres”.

Y también:
"El llamado hombre civilizado ha mutilado la Tierra y ha abierto un abismo de sufrimiento innecesario. Se ha derramado tanta sangre que podrían llenarse con ella todos los ríos de la Tierra... Lo único que distingue a una persona es la bondad. Nada más. En este peligroso mundo que habéis construido, vivir se hace más difícil que caminar por el alambre más delgado".
Como dijo Buda: "Esperadlo todo de vosotros mismos" o "Sed luz para vosotros". Una persona puede mejorar, humanizarse, dejar de ser un homoanimal arrastrando en su mente codicia, odio, ofuscación y violencia. La "soledad del ser", el "impulso de lo Infinito", nos conduce a buscar más allá de las apariencias, para poder conectar con "aquello" que le confiere un propósito genuino a la vida y nos conecta con esa Mano Invisible que está dentro de nosotros y no solo fuera.

VER CORTONETRAJE "EL FAQUIR"

Tagged under: Ramiro Calle

COLABORADORES Revista Verdemente