Practicar e Integrar
- Categoría: AGUSTÍN PRIETA
Yoga Mindfulness es práctica de movimiento/quietud consciente, es un Yoga físico con atención plena, cultivando una actitud de aceptación, apertura y curiosidad
Algunos de los frutos de la meditación de la atención plena (o mindfulness) son la estabilidad y claridad mental, que van igualmente asociados al Yoga físico. Sin embargo cuando duele la espalda, se tiene la digestión pesada o los nervios están excitados, es difícil estabilizar la mente. De la misma manera, cuando la mente está agitada, somnolienta o llena de rabia, se refleja en una mandíbula tensa, hombros caídos, o en un opresivo nudo en el estómago. El cuerpo y la mente necesitan trabajar juntos, armonizar su energía vital para facilitar una mente serena.
Dado que tanto la práctica del yoga como la de mindfulness tratan de integrar cuerpo y mente, ambas disciplinas se complementan felizmente. La combinación movimiento-quietud y el énfasis en una atención amable hacen del yoga físico una práctica importante en un programa de mindfulness.
Integrando cuerpo-mente
Mucha gente se resiste al yoga porque siente rigidez corporal, suelen culpar a su estado físico (estoy muy gordo, muy viejo, muy débil, etc.) de las resistencias que ponen de antemano. Todos esos obstáculos necesitan ser observados, reconocidos, comenzando por aceptar el propio cuerpo y su situación, y a partir de ahí ir experimentando, asentándonos en las posturas con actitud abierta.
A menudo evitamos observarnos: quizá tememos que no nos guste lo que encontremos. Mindfulness (atención plena) aporta una manera de mirarse amable y amistosa. La práctica nos enseña a reconocer cuando la mente y el cuerpo están desconectados, y a conectarlos de nuevo para desarrollar una relación más armoniosa con nosotros mismos y con el mundo. Como este proceso implica descubrir capas de pensamientos, emociones y patrones repetitivos, es importante tomar una actitud abierta y libre de juicios hacia lo que encontremos.
Esa misma actitud se puede extender en una sesión de yoga, al poner presencia sin añadir estrés. Asistir a una sesión de yoga sería un acto de amabilidad hacia uno mismo. Pero quizá cometemos el error de buscar un estado idealizado de la mente, o queremos lograr un cuerpo flexible con una actitud de exigencia. Proponemos empezar con lo que hay: trabajar con los pensamientos y emociones según aparecen, aceptando la situación como es; por eso se habla de hacer amistad con uno mismo. Gradualmente llevamos la atención a la respiración, nos anclamos en ella una y otra vez. Esta práctica va creando de forma natural más centramiento y claridad.
Cualquiera que sea nuestro estado corporal, cualquiera sea el estado mental, lo podemos observar con el corazón abierto -aceptación y compasión- y con curiosidad.
Integrando la práctica en la cotidianidad
El Yoga físico es una práctica puente ideal entre la meditación formal y la vida cotidiana. Practicar yoga poniendo atención e intención nos ayuda a familiarizarnos con nuestros hábitos, a crear espacio entre el estímulo y la respuesta, y a cultivar actitudes como la paciencia o la aceptación. Y esto en un ambiente cordial como suele ser la sesión en grupo.
Asana es la palabra sanscrita que se refiere a cada postura, se puede traducir como asentarse o "sentarse con lo que aparece". Cuando al practicante se le invita a soltar ideas preconcebidas y abrirse a la experiencia viva presente (por ejemplo, sensaciones en los músculos, la respiración suavizando tensiones, o las impresiones cambiantes en la mente) finalmente practica Yoga.
Explorando con curiosidad lo que experimentamos nos damos cuenta de más detalles del proceso. Esta exploración nos ofrece un modo de comunicación en nuestra relación más primaria, la de nuestro cuerpo y nuestra mente. Así como ponemos atención en la sesión meditativa, hacemos lo mismo en la sesión de yoga.